sábado, 16 de julio de 2011

Introducción.

Don't walk away, don't walk away, oh, when the world is burning
Don't walk away, don't walk away, oh, when the heart is yearning


-          Estás loco. – sentencié después de oír las palabras de Tom. – Pensaba que lo habías dicho en cachondeo.
-          De cachondeo nada, Danny. – se quejó este. – El mundo se va a la mierda y lo sabes. Aún entrando ya casi en el siglo XXX… mira como estamos.
-          Pues vale. ¿Qué mas da si se va o no a la mierda? Lo que cuenta es que tú estés bien, digo yo. Si nos tenemos que morir pues nos morimos, no me jodas.
Podía ver en la expresividad de Tom lo que pensaba, e iba en serio. Todo aquello que nos contó una noche era cierto. En realidad me acordaba de poco de lo que había explicado. Aquella noche iba con el puntillo y solo recuerdo a un Tom preocupado y hablando como un descosido, a un Harry asintiendo dándole la razón como si le fuera la vida en ello y a un Dougie dormido a mi lado con la baba cayéndole por la barbilla. A Dougie no se le daba muy bien eso de beber.
-          Eso es un punto de vista muy egoísta. – apuntó Harry. Le miré con una ceja enarcada. La cara de gilipollas rematado que se me debió quedar seguro que fue para hacerme una foto.
-          ¡Venga hombre! – me reí. - ¿Tú también?
-          ¿Pero por que no? – dijo Tom con los ojillos ilusionados. – Sería genial.
Giré la mirada hacia Dougie, que estaba entretenido jugando con su maquinita de vete tu a saber qué. Busqué un poco de apoyo por su parte, y le di un golpe en la pierna para que me mirara. Su cara de póker me dio a entender que parecía que el único que estaba cuerdo de los cuatro era yo.
Y venga hombre, normalmente siempre es al revés.
-          Vamos a ver, Tom, vamos a ver. – me desesperé. – Cuéntamelo todo otra vez, con calma. Y por favor… sé coherente.
-          Estás hablando con Mr. Coherencia. – se defendió.
-          ¡Tom! ¡Cuéntamelo de una puta vez!– me quejé.
-          Está bien, está bien. – dijo poniendo las manos en alto. - Escúchame con atención.

“Super City. ¿Qué te parece el nombre? Me he pasado bastante tiempo pensándolo, y la verdad, me parece muy típico, pero le he cogido cariño. Bueno, pues eso. Super City. Un lugar donde acogeremos a gente que es inteligente, como nosotros, que sabe hacer cosas que no todos saben. Con clases especiales que les harán ponerse a prueba, controles de salud para cada uno de ellos y nosotros como líderes de esa ciudad. Lo podemos controlar todo entre los cuatro, y la ayuda de los ordenadores hoy en día será más que suficiente. Y cuando el mundo explote, por que estoy seguro de que un día de estos lo hará, estarán los habitantes de Super City para repoblar el planeta. Y vuelta a empezar. ¡Y nosotros líderes de todo esto! ¿No te parece genial, Danny? ¿No es estupendo?”

-          No, Tom, no es nada estupendo. – le contesté, de mala gana. - ¿Y si la gente se niega a estar que? ¿Les vas a obligar a quedarse ahí?
-          Es buena idea. – contestó Harry. – A mi me parece bien. Si no les gusta, pues que se jodan. Es por un bien común.
-          Y luego soy yo el egoísta. – comenté.
-          Vamos a ver, Danny, no hagas caso a Harry. – me dijo Tom. – Si la gente no quiere estar en Super City, les borramos la memoria y tan contentos. Quiero que sea alto secreto. Si va corriendo la voz, la gente… digamos inferior va a querer entrar y no quiero.  – explicó. – Además, tengo pensado el sitio para que nadie sepa donde les llevamos. A parte de que crearé barreras para que Super City quede apartada del mundo, para así no verse afectada por la contaminación de la Tierra. Tendrá barreras para humanos también, no quiero que nadie salga ni entre sin permiso.
Cada vez estaba alucinando más. Tom quería montar una especie de… secta. Que si, éramos lo bastante inteligentes como para llevar todo eso y en la época que estábamos no seria muy difícil hacerlo pero… seguía flipando igual. Y si, que lo hacía con buena intención igual.
Pero clarísimamente, no.
-          A mi no me vais a meter en esto. Y a Dougie tampoco. ¿Verdad, Doug? – le pregunté al susodicho, que dejó la maquina en la mesita del salón.
-          Pues a mi me gusta la idea.
-          ¿Veis? Dougie tampoco quiere meterse. – entonces abrí los ojos y asimilé la respuesta del pequeño. – ¡¿COMO?!
-          ¿Por qué no? Es un buen plan. Y cuando todo acabe nosotros estaremos allí con nuestro súper ejercito de gente para repoblarlo todo. Es genial, me encanta.
Seguía con la boca abierta mientras Doug se cruzaba de brazos. Tom hizo un gesto con los brazos también, como diciendo “Te lo he dicho”. Y Harry, bueno, Harry simplemente asentía.
-          Vamos Danny, eres uno de mis mejores amigos. – suplicó Tom. – Si no lo hacemos los cuatro no va a tener gracia. Necesito tu ayuda.
Suspiré, pensándolo muy bien. En realidad me daba pena Tom. Sabía que eso no iba a funcionar. Estaba seguro de que no saldría bien. Pero se le veía tan ilusionado… Y como estaba seguro de que sería un fracaso total, acabé aceptando. Total, seguro que el proyecto no duraría ni un día.

Por desgracia, estaba equivocado. Muy equivocado.