POV Danny
Me lie un par de veces en la retransmisión. Nunca me
había sentido tan idiota delante de toda la gente de Super City. Se me trabó la
lengua e incluso tuve que parar para respirar hondo y seguir diciendo lo que
había memorizado, que casi había olvidado. Al acabar la retransmisión, Tom me
echó la bronca. “Tienes que estar más atento” decía. “Los líderes no se
equivocan, tenlo en cuenta” le daba cuerda Harry. Ni siquiera tuve ganas de
contestarle.
Y pensar que mientras yo estaba en el sofá observando
como Tom y Harry comían algo, la chica hacker podría estar ya muerta…
Porque por mucho que intentara convencer a Harry, estaba
seguro que algo haría al respecto. Harry era demasiado sanguinario para estas
cosas.
De pronto, el ascensor de nuestra casa se abrió y de él
salieron dos guardias.
Los guardias solo rondaban por la noche, por los pasillos
de los edificios de las clases y por la ciudad en si, pero aquel día era
especial, por así decirlo. Tenían la misión especial encargada por Tom de
encontrar a aquellas dos chicas. Siempre llevaban ropa negra, como todo el
mundo ahí, pero ellos llevaban chalecos antibalas y esas cosas. Un casco para
que no se les viera la cara y armados, siempre armados.
Tom y Harry se levantaron del sofá corriendo y fueron
hacia ellos.
- ¿Ha ocurrido algo? – le preguntó Tom.
- Las tenemos. – contestó uno de los guardias.
Dougie, que había estado ausente desde que se había
enterado de todo esto, se levantó corriendo y se puso al lado de Harry.
- ¿A las dos? – preguntó Dougie.
- Si. – respondió el otro guardia.
- ¿Dónde están? – continuó él.
- En las cárceles.
“Mierda. Está perdida”.
Me levanté para oír mejor la conversación y me puse al
lado de Dougie.
- Está bien. Llevad a la hacker a uno de los sótanos. Harry
y yo iremos a hablar con ella.
Me entró el pánico de golpe y agarré el brazo de Dougie
para intentar descargar mi frustración por no poder hacer nada. Este estaba tan
pendiente de lo que decían que ni se inmutó.
- ¿Y la otra? – preguntó uno de los guardias.
- Dejadla de momento en la cárcel. – contestó Tom. –
Igualmente, con la que quiero hablar es con la hacker, número 123.
123. Así que ese era su número.
- ¿Y porque? – le
preguntó Harry.
- Ella es la que lo ha montado todo. – contestó.
- ¿Cómo narices lo sabes? – le pregunté, alucinado. - ¿Te
lo ha dicho el que lee la mente?
Tom soltó una leve risita.
- Soy el líder de líderes. – contestó. – Tengo derecho a cierta
información, ¿recuerdas?
Me dio miedo el modo en que me miró. Como si planeara
hacer la maldad más grande jamás contada. No sabía si la hacker lo había
planeado todo pero si lo decía Tom, seguramente sería verdad.
Le hizo una señal a Harry y se metieron los dos en el
ascensor.
- Quedaos aquí hasta que subamos. Ya os informaremos
después de todo. – nos ordenó Tom, una vez dentro. Dougie y yo asentimos. –
Perfecto.
El ascensor se cerró y yo cada vez me encontraba peor. Me
sentía totalmente culpable por todo lo
que había pasado y ni siquiera tenía nada que ver con su huida. Dougie no lo
llevaba mejor que yo. Se sentó en el sofá y se puso las manos en la cabeza.
Nervioso, preocupado.
Me llevó un rato pensar en que si lo que le iba a
proponer estaba bien o mal.
Pero, que coño, era Dougie.
- Vamos a bajar a las cárceles, Dougie. – le dije. Él alzó
la cabeza y me miró con el ceño fruncido. – Es lo que quieres, ¿verdad?
POV Elisabeth
Perdí el conocimiento cuando empezaron a arrastrarme por
las calles de Super City, aunque ni siquiera sabía por donde me estaban
llevando. Cuando abrí los ojos, aún tenía aquella bolsa de tela negra en la
cabeza, impidiéndome ver nada. Pero noté que estaba sentada y con las manos
atadas. Supuse que me habían sentado en una silla y me habían liado las manos
en el respaldo. Me moví un poco para intentar desatarme, pero, como ya me
imaginaba, no pude.
Oí voces. Voces masculinas.
- Ya se mueve. – dijo una de esas voces. Por la proximidad
por la cual lo había oído, aquella persona no estaba muy lejos de mí.
- Quítasela, entonces.
No me dio tiempo ni a pensar quien era el de la segunda
voz, ya que el que estaba a mi lado me retiró la bolsa de la cabeza. Empecé a
verlo todo con normalidad, aunque aún estaba un poco tocada por haber perdido
el conocimiento.
Se me cortó la respiración al ver que la persona que
estaba delante de mí era el líder
Fletcher. Llevaba una traje negro, con su símbolo en el pecho, aquella cosa
extraña verde, que a mi me recordaba a una libélula. Me miraba con cara de
pena. Como si estuviera decepcionado.
Recordé unas palabras que me dijeron nada más entrar en
Super City: “Si alguna vez ves a los líderes en persona, estás perdido.”
Empecé a temblar un poco.
- Hola, 123. – dijo él, levantándose de su silla. Me di
cuenta de que estábamos en una sala rectangular, con una mesa delante de mí y
una lámpara encima. Me recordó a las típicas salas de interrogatorios
policíacos que solía ver en la televisión, en mi ciudad normal.
No supe si contestar. Hasta que un brazo me zarandeó
violentamente.
El líder Judd.
- Contesta. – me dijo firme.
- Hola. – dije, con un hilillo de voz. El líder Fletcher
sonrió.
- ¿Sabes? – comentó mientras empezaba a dar vueltas a mi
alrededor. – Ya tardabas en hacer algo así. En realidad creía que lo harías más
rápido.
Miré al suelo. Lo que fuera para no tener que mirar a
aquellos dos a la cara.
- Y supongo que creerías que escaparías, claro está. – se
rio. - ¿De verdad te pensabas que te irías, sin más?
Seguí sin contestar.
- ¿No contestas? ¿Después de tanto desobedecerme ni
siquiera me contestas? – alzó la voz. – Te escapas de clase, te saltas las
retransmisiones, te permites el lujo de dominar el sistema de seguridad… y
ahora, encima, pretendes huir de aquí.
Me quedé de piedra. Se supone que todo aquello no tenía
que saberlo. Lo de clase lo entendía, seguramente el líder Jones se lo acabaría
contando. Pero… ¿Cómo sabía que me salté dos retransmisiones? ¿Y lo de hackear
el sistema? Y, sobretodo… ¿Cómo narices me habían encontrado si se supone que
TODO el mundo estaba pendiente de la retransmisión?
- Has sido muy mala ciudadana. – siguió hablando él. –
Creía que serías más agradable con tus líderes. No tienes ni el valor de
contestar.
De repente el líder Judd me agarró la cara violentamente
con una de sus enormes manos y me obligó a subir la cabeza. El líder Fletcher
se había agachado y ahora lo tenía frente a frente, mirándome. Hasta parecía
inocente. Ese chico tenía una expresión que engañaba.
- Deberías de estar agradecida. – dijo de pronto. – No te
voy a matar, si es eso lo que te preocupa. Y a tu amiga tampoco.
- ¿Y May? ¿Qué habéis hecho con ella? – pregunté. Fletcher
se quedó un poco estupefacto por mi pregunta.
- No te preocupes, a ella la voy a soltar, ya tiene
suficiente con lo suyo.
No entendí aquella frase, pero no pregunté. No debía
hacerlo.
Fletcher alargó su mano y me apartó un mechón que tenía
delante de la cara, poniéndolo detrás de mi oreja. La situación tenía narices.
Ese chico daba realmente miedo. Su apariencia denotaba
seguridad y confianza, a parte de que todo lo decía amablemente, fuera lo que
fuera.
Me imaginé como le dijo a aquella chica que se enamoró de
Jones que se iba a morir. Algo así a lo “Lo siento, querida mía, pero voy a
tener que matarte.” Y después, sonreír mientras el líder Judd planeaba como
cargársela.
Me estremecí de nuevo. Estaba tremendamente asustada.
- En cuanto a ti… - siguió apartándome suavemente el pelo
de la cara. – De momento harás vida en las cárceles… ¿Qué te parece? Creo que
estando unos meses ahí recapacitarás…
- Tom, ¿No crees que…? – Judd intentó interrumpir a
Fletcher, pero este le mandó callar simplemente con mirarle.
Era indiscutible la autoridad que tenía Fletcher ahí.
- Estoy seguro que te portarás bien durante tu estancia
allí, porque si no me temo que si tendré que matarte y créeme que no quiero. –
dijo. – Eres realmente buena, no me interesa perderte por un ataque de
rebeldía.
Ni siquiera me lo tomé como un cumplido.
- ¿Tienes alguna pregunta antes de que Harry te lleve
abajo?
- Solo una. – contesté.
Fletcher levantó las cejas sorprendido. Supongo que no
estaba acostumbrado a que sus prisioneros tuvieran preguntas.
- Adelante.
- ¿Cómo? – pregunté. – Quiero decir… ¿Cómo te has enterado de absolutamente todo?
Él soltó una leve risita y apretó los labios, como si se
aguantara la risa.
Miedo. Mucho miedo.
- No es difícil siendo el líder de líderes. – contestó. – Y
más si tienes a casi toda la ciudad a tus servicios.
No me dio tiempo ni a contestarle, que Judd ya me estaba
levantando con la mayor fuerza posible y obligándome a andar.
- ¡Muévete! – chilló.
Antes de salir de allí, volví la vista para mirar de
nuevo al líder Fletcher, el cual volvió a sonreír, sentándose en la silla que
estaba detrás de la mesa.
El líder Judd me llevó a las cárceles violentamente,
agarrándome los brazos demasiado fuerte. Estaba segura que al final me
quedarían marcas y todo. Abrió la celda donde iba a hacer vida durante aquellos
meses y me empujó hacia dentro demasiado fuerte. Tanto, que caí en la cama que
había, dándome un tremendo golpe en el estómago.
- Ahora te vas a portar bien mientras te saco esto. –
comentó, poniéndose a mi lado. – Y yo no soy tan bueno como Tom, a sí que no te
pases ni un pelo.
No me moví ni un milímetro mientras Judd me desataba las
manos, más que nada por que si ya me había dejado marcas en los brazos sin
decir nada, no me quería imaginar que pasaría si me tirara encima de él
intentando defenderme. Porque no podría con él.
Después, salió de la celda y la cerró, asegurándose de
que no se podía abrir. Se quedó observándome unos segundos, y después chistó
con la lengua.
- Con lo fácil que es portarse bien aquí. – me dijo. –
Piénsalo, te lo damos todo hecho. ¿De verdad vale la pena todo esto?
No contesté. ¿Para que? Mejor callarse y resignarse. Al
menos el tiempo que estuviera allí, que sería bastante.
El líder Judd se dio la vuelta y salió de allí, dejándome
completamente sola. Me quedé sentada, abrazándome por las rodillas e intentando
con todas mis fuerzas no llorar.
Debería acostumbrarme a la soledad, ya que sería mi única
amiga durante mucho, mucho tiempo.