domingo, 29 de enero de 2012

One.



I woke up on this side
I thought it was a dream
At first we learned to walk
Then learned to scream



This cant be the real world now
I don’t believe it
When I can’t see the truth
Welcome to the real world now
When all our carried in only to poison you
Am I The only one who thinks it’s tragic?
This cant be the real world now.





POV Elisabeth
Creo que chillé al abrir los ojos. Sí, creo que fue lo primero que hice. Aunque a decir verdad, poco recuerdo de aquella mañana tan extraña. Todo era desconocido. Ni la habitación me era familiar. Recuerdo mirar a mí alrededor mientras me frotaba los ojos, pensando en que seguramente estaba soñando. Me pellizqué el brazo derecho, ahogué un chillido de dolor y suspiré. Pues no, aquello estaba pasando de verdad.
Algo más tranquila, me dediqué a observar todo lo que había a mi alrededor. Estaba echada en una cama. Negra. Sábanas negras, almohada negra, hasta el jodido nórdico era negro. Es más, todo en aquella habitación era de ese tono. Lo único que variaba de color, eran una especie de símbolos que estaban en frente de la cama. Me levanté y observé mi ropa. No me sorprendí al ver que también era negra. Al lado de la cama había un armario donde descubrí más prendas del mismo color, para variar. Al otro extremo, una mesita de noche. Un folleto encima de ella. Me senté y lo agarré un poco asustada, para que negarlo. En los papeles se podía leer en letras grandes y azules “Super City wants you”. O lo que es lo mismo: “Super City te quiere”.
¿Super City? ¿Se supone que estaba ahí? No había oído a hablar nunca de esa… ¿ciudad? Ni si quiera estaba segura de lo que era. Intenté recordar como llegué hasta allí.
Pero no lo hice. Solo me acordaba de haberme dormido en mi habitación color beige y despertarme en aquella jodida habitación claustrofóbica y oscura, muy oscura.
Seguí observando el folleto y distinguí cuatro personas en la portada. Cuatro chicos. Debajo de ellos estaban sus nombres, con los mismos símbolos que había en frente de mi cama. Cada uno tenía el suyo, por lo que acabé por denominarlos sus escudos.
El chico de en medio, digamos que era el que más destacaba. Rubio, con una mandíbula recta, una mirada color miel demasiado penetrante para mi gusto, y una pose que denotaba superioridad. Llevaba un bastón plateado y unas ropas muy futuristas. Bueno, todos llevaban ese estilo. Leí la letra plateada. Tom Fletcher. Su escudo, verde, un simple círculo y una línea. Me recordó a una libélula.
El de al lado, musculoso, ojos azules y pequeñitos. Pelo castaño, corto. Los puños cerrados y los pies cubiertos por unas botas militares altas. Parecía más serio y duro que el que se hacia llamar Tom. Su nombre era Harry Judd y en el escudo se podía observar claramente la figura de un león de color naranja. El animal plasmaba claramente lo que transmitía Harry, eso sin duda.
En la esquina derecha, un chico pequeñito, que me pareció lo más adorable del mundo. Rubio también. Tenía unos ojos pequeños, entre azules y grises. Algo de barba, y los ojos ligeramente maquillados. Parecía el más vulnerable de los cuatro. Su ropa era más simple pero al igual que los otros, miraba sin miedo al frente. Dougie Poynter, y un escudo rojo con la cola de una ballena. No le entendí el significado, puesto que el chico no tenía aires de ser tan enormemente grande como una ballena.
Y el último, en la esquina izquierda, era el que más miedo me dio. Tenía una expresión seria, demasiado. Unos ojos grandes, azules, preciosos, y el pelo corto y castaño. Llevaba unas botas militares también y miraba hacia delante como si se creyera superior también. A decir verdad, los cuatro parecían muy seguros de si mismos. El nombre de este chico, Danny Jones. Y su escudo una águila azul.
Los cuatro eran demasiado… guapos. Si, eran muy guapos.
Bueno, podrían ser muy guapos, pero seguía sin entender que narices era eso de Super City, y que tenían que ver estos cuatro chicos.
Abrí el folleto y empecé a leer, dándome cuenta de que no era un folleto, si no una carta.

“Bienvenida, número 123. Estamos seguros de que no entiendes nada ahora mismo, pero no te preocupes, no va a pasarte nada malo.”

Bien, no tenía ni nombre, por lo visto, era el numero 123. Preferiría que me llamaran Elisabeth, no por un número, pero intenté pasarlo por alto. Seguí leyendo, cada vez más confundida.

“Ahora mismo te encuentras en la que va a ser tu habitación hasta que todo ocurra. Cógele cariño, ya que no sabemos cuándo pasará.”

Pues empezamos bien. Nada más verla ya quería irme a cualquier sitio que no fuera ahí.

“Te escriben tus cuatro líderes. Fletcher, Poynter, Judd y Jones. Somos los que organizamos Super City, que es donde te encuentras. Has sido seleccionada para vivir aquí, con gente como tú, superior a la gente normal. Como sabrás, la Tierra no se encuentra en su mejor momento. A día de hoy, a punto de llegar al año 3000, se está deteriorando cada vez más, hasta que llegará un momento en el que se autodestruirá, fruto de lo que nos vienen avisando desde hace casi un milenio. En ese momento, cuando se destruya, vosotros, los habitantes de Super City, estaréis allí para repoblar lo que viene a ser la civilización humana. Nosotros, los líderes, estamos aquí para formaros psíquica y físicamente, ya que no será un proceso fácil.”

Me encantaría haberme grabado en aquel momento para verme la cara de completa imbécil que se me debió quedar.
¿Me había drogado y había acabado en una… secta? Por que eso tenía más pinta de secta que de… grupo de superiores, o como quieras llamarlo.

“Te hemos asignado a tres chicas para que te expliquen lo demás. Número 301, 176 y 231. Las encontrarás al momento, estamos seguros. Confiamos plenamente en ti. Y, finalmente, no tengas miedo.
Fletcher, Judd, Poynter y Jones.”

Guardé la carta en el cajón de la mesita de noche mientras intentaba asimilar todo aquello. Pensé en que en realidad tendría que sentirme alagada. Me habían seleccionado por ser superior. Pero seguía sin entender. Yo no tenía nada especial. Solo tenía 20 años, ¿Qué narices se supone que iba yo a aportar para salvar al mundo? Además, no me gustaba la idea. Si el mundo se tenía que acabar, prefería acabar con él. No quería repoblar la Tierra, era feliz con mi vida.
Pero supuse al momento que no me sería fácil salir de allí. A parte de que no tenía ni idea de donde se suponía que estaba esa tal Super City.
Salí de la habitación esperando contacto humano, posiblemente que fueran esas chicas, las de los números. Los recordé y memoricé al instante. Ese era un punto fuerte mío. Sabía recordar números con una agilidad impresionante. Números, títulos de canciones, de películas... letras musicales, diálogos… ¿Ese era el motivo por el cual me habían… raptado?
No, imposible. ¿Qué narices importaba que tuviera buena memoria en el fin del mundo? ¿Para recordar la cantidad de gente que ha muerto? ¿Para recordarle a uno de los chicos el discurso que tiene que hacer cuando todo haya acabado?
La cabeza estaba a punto de estallarme, así que decidí no pensar más en aquella mierda durante un rato. Encontré un gran comedor, donde había muchísima gente vestida igual que yo. Todos como robots, autómatas.
Qué miedo, joder.

*
Bueno, bueno, pues aquí está el primer capítulo. Llevo escribiéndolo desde junio pero al ser un fic un poco más... complicado, pues he preferido esperar a tener una cantidad de capítulos considerable como para no dejarlo a medias. 
Aviso que los primeros capítulos siempre son aburridillos, y más este, por que si hay cosas que ya no quedan claras el fic no se entiende.
Pero en fin, gracias a Mai por vetar el primer capítulo y espero subir pronto el segundo :3