sábado, 30 de junio de 2012

19 - 20


POV Danny
Me lie un par de veces en la retransmisión. Nunca me había sentido tan idiota delante de toda la gente de Super City. Se me trabó la lengua e incluso tuve que parar para respirar hondo y seguir diciendo lo que había memorizado, que casi había olvidado. Al acabar la retransmisión, Tom me echó la bronca. “Tienes que estar más atento” decía. “Los líderes no se equivocan, tenlo en cuenta” le daba cuerda Harry. Ni siquiera tuve ganas de contestarle.
Y pensar que mientras yo estaba en el sofá observando como Tom y Harry comían algo, la chica hacker podría estar ya muerta…
Porque por mucho que intentara convencer a Harry, estaba seguro que algo haría al respecto. Harry era demasiado sanguinario para estas cosas.
De pronto, el ascensor de nuestra casa se abrió y de él salieron dos guardias.
Los guardias solo rondaban por la noche, por los pasillos de los edificios de las clases y por la ciudad en si, pero aquel día era especial, por así decirlo. Tenían la misión especial encargada por Tom de encontrar a aquellas dos chicas. Siempre llevaban ropa negra, como todo el mundo ahí, pero ellos llevaban chalecos antibalas y esas cosas. Un casco para que no se les viera la cara y armados, siempre armados.
Tom y Harry se levantaron del sofá corriendo y fueron hacia ellos.
-       ¿Ha ocurrido algo? – le preguntó Tom.
-       Las tenemos. – contestó uno de los guardias.
Dougie, que había estado ausente desde que se había enterado de todo esto, se levantó corriendo y se puso al lado de Harry.
-       ¿A las dos? – preguntó Dougie.
-       Si. – respondió el otro guardia.
-       ¿Dónde están? – continuó él.
-       En las cárceles.
“Mierda. Está perdida”.
Me levanté para oír mejor la conversación y me puse al lado de Dougie.
-       Está bien. Llevad a la hacker a uno de los sótanos. Harry y yo iremos a hablar con ella.
Me entró el pánico de golpe y agarré el brazo de Dougie para intentar descargar mi frustración por no poder hacer nada. Este estaba tan pendiente de lo que decían que ni se inmutó.
-       ¿Y la otra? – preguntó uno de los guardias.
-       Dejadla de momento en la cárcel. – contestó Tom. – Igualmente, con la que quiero hablar es con la hacker,  número 123.
123. Así que ese era su número.
-        ¿Y porque? – le preguntó Harry.
-       Ella es la que lo ha montado todo. – contestó.
-       ¿Cómo narices lo sabes? – le pregunté, alucinado. - ¿Te lo ha dicho el que lee la mente?
Tom soltó una leve risita.
-       Soy el líder de líderes. – contestó. – Tengo derecho a cierta información, ¿recuerdas?
Me dio miedo el modo en que me miró. Como si planeara hacer la maldad más grande jamás contada. No sabía si la hacker lo había planeado todo pero si lo decía Tom, seguramente sería verdad.
Le hizo una señal a Harry y se metieron los dos en el ascensor.
-       Quedaos aquí hasta que subamos. Ya os informaremos después de todo. – nos ordenó Tom, una vez dentro. Dougie y yo asentimos. – Perfecto.
El ascensor se cerró y yo cada vez me encontraba peor. Me sentía totalmente  culpable por todo lo que había pasado y ni siquiera tenía nada que ver con su huida. Dougie no lo llevaba mejor que yo. Se sentó en el sofá y se puso las manos en la cabeza. Nervioso, preocupado.
Me llevó un rato pensar en que si lo que le iba a proponer estaba bien o mal.
Pero, que coño, era Dougie.
-       Vamos a bajar a las cárceles, Dougie. – le dije. Él alzó la cabeza y me miró con el ceño fruncido. – Es lo que quieres, ¿verdad?

POV Elisabeth
Perdí el conocimiento cuando empezaron a arrastrarme por las calles de Super City, aunque ni siquiera sabía por donde me estaban llevando. Cuando abrí los ojos, aún tenía aquella bolsa de tela negra en la cabeza, impidiéndome ver nada. Pero noté que estaba sentada y con las manos atadas. Supuse que me habían sentado en una silla y me habían liado las manos en el respaldo. Me moví un poco para intentar desatarme, pero, como ya me imaginaba, no pude.
Oí voces. Voces masculinas.
-       Ya se mueve. – dijo una de esas voces. Por la proximidad por la cual lo había oído, aquella persona no estaba muy lejos de mí.
-       Quítasela, entonces.
No me dio tiempo ni a pensar quien era el de la segunda voz, ya que el que estaba a mi lado me retiró la bolsa de la cabeza. Empecé a verlo todo con normalidad, aunque aún estaba un poco tocada por haber perdido el conocimiento.
Se me cortó la respiración al ver que la persona que estaba delante de mí era el  líder Fletcher. Llevaba una traje negro, con su símbolo en el pecho, aquella cosa extraña verde, que a mi me recordaba a una libélula. Me miraba con cara de pena. Como si estuviera decepcionado.
Recordé unas palabras que me dijeron nada más entrar en Super City: “Si alguna vez ves a los líderes en persona, estás perdido.”
Empecé a temblar un poco.
-       Hola, 123. – dijo él, levantándose de su silla. Me di cuenta de que estábamos en una sala rectangular, con una mesa delante de mí y una lámpara encima. Me recordó a las típicas salas de interrogatorios policíacos que solía ver en la televisión, en mi ciudad normal.
No supe si contestar. Hasta que un brazo me zarandeó violentamente.
El líder Judd.
-       Contesta. – me dijo firme.
-       Hola. – dije, con un hilillo de voz. El líder Fletcher sonrió.
-       ¿Sabes? – comentó mientras empezaba a dar vueltas a mi alrededor. – Ya tardabas en hacer algo así. En realidad creía que lo harías más rápido.
Miré al suelo. Lo que fuera para no tener que mirar a aquellos dos a la cara.
-       Y supongo que creerías que escaparías, claro está. – se rio. - ¿De verdad te pensabas que te irías, sin más?
Seguí sin contestar.
-       ¿No contestas? ¿Después de tanto desobedecerme ni siquiera me contestas? – alzó la voz. – Te escapas de clase, te saltas las retransmisiones, te permites el lujo de dominar el sistema de seguridad… y ahora, encima, pretendes huir de aquí.
Me quedé de piedra. Se supone que todo aquello no tenía que saberlo. Lo de clase lo entendía, seguramente el líder Jones se lo acabaría contando. Pero… ¿Cómo sabía que me salté dos retransmisiones? ¿Y lo de hackear el sistema? Y, sobretodo… ¿Cómo narices me habían encontrado si se supone que TODO el mundo estaba pendiente de la retransmisión?
-       Has sido muy mala ciudadana. – siguió hablando él. – Creía que serías más agradable con tus líderes. No tienes ni el valor de contestar.
De repente el líder Judd me agarró la cara violentamente con una de sus enormes manos y me obligó a subir la cabeza. El líder Fletcher se había agachado y ahora lo tenía frente a frente, mirándome. Hasta parecía inocente. Ese chico tenía una expresión que engañaba.
-       Deberías de estar agradecida. – dijo de pronto. – No te voy a matar, si es eso lo que te preocupa. Y a tu amiga tampoco.
-       ¿Y May? ¿Qué habéis hecho con ella? – pregunté. Fletcher se quedó un poco estupefacto por mi pregunta.
-       No te preocupes, a ella la voy a soltar, ya tiene suficiente con lo suyo.
No entendí aquella frase, pero no pregunté. No debía hacerlo.
Fletcher alargó su mano y me apartó un mechón que tenía delante de la cara, poniéndolo detrás de mi oreja. La situación tenía narices.
Ese chico daba realmente miedo. Su apariencia denotaba seguridad y confianza, a parte de que todo lo decía amablemente, fuera lo que fuera.
Me imaginé como le dijo a aquella chica que se enamoró de Jones que se iba a morir. Algo así a lo “Lo siento, querida mía, pero voy a tener que matarte.” Y después, sonreír mientras el líder Judd planeaba como cargársela.
Me estremecí de nuevo. Estaba tremendamente asustada.
-       En cuanto a ti… - siguió apartándome suavemente el pelo de la cara. – De momento harás vida en las cárceles… ¿Qué te parece? Creo que estando unos meses ahí recapacitarás…
-       Tom, ¿No crees que…? – Judd intentó interrumpir a Fletcher, pero este le mandó callar simplemente con mirarle.
Era indiscutible la autoridad que tenía Fletcher ahí.
-       Estoy seguro que te portarás bien durante tu estancia allí, porque si no me temo que si tendré que matarte y créeme que no quiero. – dijo. – Eres realmente buena, no me interesa perderte por un ataque de rebeldía.
Ni siquiera me lo tomé como un cumplido.
-       ¿Tienes alguna pregunta antes de que Harry te lleve abajo?
-       Solo una. – contesté.
Fletcher levantó las cejas sorprendido. Supongo que no estaba acostumbrado a que sus prisioneros tuvieran preguntas.
-       Adelante.
-       ¿Cómo? – pregunté. – Quiero decir…  ¿Cómo te has enterado de absolutamente todo?
Él soltó una leve risita y apretó los labios, como si se aguantara la risa.
Miedo. Mucho miedo.
-       No es difícil siendo el líder de líderes. – contestó. – Y más si tienes a casi toda la ciudad a tus servicios.
No me dio tiempo ni a contestarle, que Judd ya me estaba levantando con la mayor fuerza posible y obligándome a andar.
-       ¡Muévete! – chilló.
Antes de salir de allí, volví la vista para mirar de nuevo al líder Fletcher, el cual volvió a sonreír, sentándose en la silla que estaba detrás de la mesa.
El líder Judd me llevó a las cárceles violentamente, agarrándome los brazos demasiado fuerte. Estaba segura que al final me quedarían marcas y todo. Abrió la celda donde iba a hacer vida durante aquellos meses y me empujó hacia dentro demasiado fuerte. Tanto, que caí en la cama que había, dándome un tremendo golpe en el estómago.
-       Ahora te vas a portar bien mientras te saco esto. – comentó, poniéndose a mi lado. – Y yo no soy tan bueno como Tom, a sí que no te pases ni un pelo.
No me moví ni un milímetro mientras Judd me desataba las manos, más que nada por que si ya me había dejado marcas en los brazos sin decir nada, no me quería imaginar que pasaría si me tirara encima de él intentando defenderme. Porque no podría con él.
Después, salió de la celda y la cerró, asegurándose de que no se podía abrir. Se quedó observándome unos segundos, y después chistó con la lengua.
-       Con lo fácil que es portarse bien aquí. – me dijo. – Piénsalo, te lo damos todo hecho. ¿De verdad vale la pena todo esto?
No contesté. ¿Para que? Mejor callarse y resignarse. Al menos el tiempo que estuviera allí, que sería bastante.
El líder Judd se dio la vuelta y salió de allí, dejándome completamente sola. Me quedé sentada, abrazándome por las rodillas e intentando con todas mis fuerzas no llorar.
Debería acostumbrarme a la soledad, ya que sería mi única amiga durante mucho, mucho tiempo.

miércoles, 20 de junio de 2012

Seventeen/Eighteen


POV Danny
Tom nos llamó una noche para que fuéramos a su habitación. A los tres. Se justificó con un “Os quiero contar algo” serio, muy serio. En realidad ya me imaginaba el tema del cual nos quería hablar. Quizá había pensado ya el castigo para la hacker y su amiga. Quizá las matarían. O las torturarían. Me sentí lo más inútil del mundo por no haber podido salvarla, pero me dije a mi mismo que aún no estaba del todo perdido, que seguro que algo podía hacer.
Dougie se levantó del sofá, decidido, yendo hacia la habitación de Tom. Fui detrás de él con el corazón saliéndome del pecho. Harry ya estaba allí y había ocupado una silla. Dougie y yo nos quedamos de pie detrás de ellos dos.
-       Supongo que Dougie ya os habrá contado lo que vio en las cámaras de los baños. – empezó Tom. Harry negó con la cabeza.
-       Yo lo vi con él. – contesté. – Dos chicas se reunieron en el baño y empezaron a hablar en susurros… muy secretamente.
Harry frunció el ceño.
-       Que gilipollez. – soltó Dougie de pronto. – Puede que sean cuchicheos de chicas, siempre tenéis que estar sospechando de todo el mundo, joder.
Me sorprendió el cambio de actitud de Dougie. Cuando había visto el vídeo estaba la mar de emocionado pensando en que se llevarían entre manos, y no pensaba en “cuchicheos de chicas”. Me pregunté si el reconocer a una de las dos chicas influyó en su opinión sobre el tema.
-       Eso mismo pensaba yo. – le respondió Tom, suavemente. – Pero llevan reuniéndose en los baños todos los días de esta semana a la misma hora.
-       ¿Y que? – siguió Dougie.
-       Me ha llegado información. – dijo de pronto Tom. Dougie y yo nos quedamos pálidos. – Hay una persona que sabe que se traen entre manos y, como buena persona y buen ciudadano de Super City, me lo ha contado todo.
-       ¿Quién? – me alarmé.
-       Una persona. – me respondió Tom.
-       Oh venga, Tom, tenemos derecho a saberlo nosotros también. – se quejó Dougie.
-       Lo corroboro. – interrumpió Harry.
-       ¿Os acordáis de número 186? – nos preguntó.
-       Si, claro, como que me acuerdo yo de todos los jodidos números de esta ciudad. – me quejé.
-       Aquel hacker que nos sorprendió a todos cuando llegó. Que siempre que te tocaba daba ligeros calambrazos.
-       ¿El que leía la mente? – preguntó Harry, frunciendo el ceño. Tom asintió.
-       Una de las dos chicas del vídeo es hacker y por casualidades de la vida… - Tom paró de hablar para mirarme. Se me heló la sangre. - … se ha enterado de todo lo que le pasa por la cabeza.
Todo. Recalcó el todo. Como le haya contado también que nos vimos, casi por accidente, estoy jodido. Muy jodido.
-       ¿Y que planean? – preguntó Harry.
Tom sonrió antes de responder.
-       Una huida.
La cara de los tres se desfiguró por completo. Tom se rio ante nuestra reacción.
-       Pero no os preocupéis, no lo harán.
-       ¿Cómo estás tan seguro? – preguntó Dougie, preocupado. Estaba preocupado. Si antes ya creía que conocía a una de las dos chicas, en aquel momento lo tuve más que claro.
-       ¿De verdad crees que pienso dejar que alguien se escape de Super City? – preguntó Tom burlón. – Es ridículo.
-       Que harás con ellas. – ni siquiera le puse poner el tono de pregunta. Se me había formado un nudo en la garganta y no pude hablar con normalidad.
Tom se encogió de hombros.
-       No lo sé.
-       Matarlas, está claro. – soltó Harry de pronto.
-       ¡NO! – chilló Dougie. Harry y Tom se sorprendieron por su reacción. A mí ya no me afectó.
-       No puedes ir matando a todo el mundo que intenta desobedecerte. – le contesté a Harry.
-       Pero algo habrá que hacer para que aprendan la lección.
-       Oh claro, como que si las matas se acordarán. – me quejé. A veces se me olvidaba que estaba hablando con un completo hijo de puta. Él frunció el ceño.
-       Es verdad. – contestó después. Suspiré aliviado, al menos no las matarían.
-       Ya pensaremos en eso, de momento hay que estar atentos a sus movimientos.
-       Yo paso de esta mierda. – dijo Dougie de pronto, dándose la vuelta y saliendo de la habitación de Tom. – Estoy harto de esta jodida ciudad. No podéis comportaros como Dioses siempre. ¿No os dais cuenta de lo egoístas que sois?
-       Dougie no empieces tu también. – comentó Tom. Fruncí el ceño.
Pero no respondió. Simplemente cerró la puerta de la habitación de Tom y se fue de allí. Dougie empezaba a pensar igual que yo. Dougie, el que tanto me había insistido para que me portara bien y me resignara a esto, ahora se ha vuelto fuerte.
Definitivamente, aquella chica significaba mucho para él, porque si no, no lo entendía.

POV Elisabeth
Me miré al espejo una vez ya estaba lista para salir. El corazón me latía a mil y tenía unas ojearas que me llegaban al suelo. Llevaba dos noches sin poder dormir tranquila. Estaba nerviosa. Muy nerviosa. El pensar que se nos podría escapar algo, alguna minucia, un pequeño detalle, que hiciera que nos cogieran, hacia que se me erizara el vello de la nuca. Me pasé parte de la noche auto convenciéndome de que todo saldría bien. Ann y Claire no sabían nada de lo que pasaría, y aquello me reconcomía la conciencia. ¿Y si nos pillan? Podrían cogerlas como cómplices o algo así, ya que estaban asignadas a mi número por el mismo líder Fletcher. Pero me dije a mi misma que tenía que dejar de pensar que todo saldría mal por que, saldría bien.
Salí de mi habitación y me mezclé con el gentío que se dirigía a la plaza principal, donde estaba la gran pantalla. En la puerta del baño ya estaba May, mirando al suelo, sin parpadear.
-       ¿Vamos? – le dije cuando me acerqué. Ella asintió, tragando saliva.
Nos quedamos en el baño dando vueltas, nerviosas, comiéndonos las uñas y respirando hondo cada cinco minutos. Hasta que minutos más tardes oímos una voz.
-       “Hola ciudadanos de Super City. Os habla el líder Fletcher.”
Las dos nos miramos algo asustadas. La hora había llegado.
-       Saldrá todo bien. – me repitió ella.
-       Si. – le contesté, no muy segura. – Veinticinco minutos, ni más ni menos.
Ella asintió y minutos después ya me encontraba sola en Super City, sin saber hacia donde ir, ni que hacer. No había ni un alma por las calles, cosa que me daba algo de respeto. Caminé por  las aceras, por las esquinas, con las manos sudorosas y con una sensación de que alguien me estaba mirando encima que me molestaba. En mi cabeza solo oía una voz que decía “Saldrá bien”, a lo que yo respondía respirando hondo. Más de una vez tuve que pararme por que no podía respirar de lo nerviosa que estaba.
Miré el reloj. Ya habían pasado diez minutos y no había encontrado ninguna salida a este sitio. Solo me quedaban quince. De pronto me planteé una cuestión. ¿Y si Mai tampoco encontraba ninguna salida cuando pasaran los veinticinco minutos? ¿Nos arriesgamos a perdernos otra retransmisión y repetirlo todo? Puede que ya nos estuvieran vigilando por ir tanto al baño.
Respiré hondo. “Cálmate.”
Cinco minutos más. Me faltaban diez. Me di cuenta de que tendría que correr la vida si quería llegar puntual al punto de encuentro.
De pronto me tropecé con lo que parecía ser un hierro que estaba incrustado en el suelo. Casi me como el suelo, pero mi mano redujo el impacto y solo me hice una herida tonta en el codo. Miré mi pie, que se había quedado enganchado en ese hierro. Parecía ser que estaba hecho para tirar de él, a sí que eso intenté. Me di cuenta de que estaba casi a las afueras de la ciudad y una chispa de esperanza me invadió entera.
Tiré de él, pero estaba demasiado fuerte como para que pudiera yo sola. Miré el reloj de nuevo; me quedaban siete minutos. Tenía que intentarlo de nuevo.
Volví a tirar y oí un crujido. Cuanto más tiraba, más crujía. Al final, con todo mi esfuerzo posible, conseguí abrirlo. Resultó ser una trampilla. Me agaché para intentar divisar algo, pero estaba demasiado oscuro. No obstante vi unas escaleras y lo que parecía ser un largo pasillo.
No había duda. Había encontrado la salida de Super City. Si no, ya me dirás tú a donde conducía aquello. Estaba camuflado y en las afueras. Difícilmente alguien lo encontraría a no ser que lo buscara, como yo.
Volví a mirar el reloj. Me quedaban tres minutos para ir hacia el baño. Cerré la trampilla y me quedé con la localización del lugar, con la intención de echarme a correr nada más girarme.
Pero antes de que lo pudiera hacer, perdí la visión, ya que alguien me había puesto lo que parecía ser una bolsa de tela negra en la cabeza.