viernes, 18 de mayo de 2012

Thirteen/Fourteen


POV Danny
Pasé unos cuantos días en tensión, deseando que nadie me dijera que había alguien nuevo en las cárceles. Cada vez que veía entrar a Tom o a Harry en casa, los miraba disimuladamente, de reojo, para intentar deducir algo de su comportamiento. Pero nada. No podía preguntarle a Tom por que se notaría demasiado mi interés por el tema. A sí que yo mismo bajé a las cárceles un día en que los tres se habían quedado en las habitaciones y no pensaban moverse. Puse la mano en el aparato que había al lado de la puerta, donde segundos después apareció mi símbolo azul, dejándome pasar. Las cárceles se encontraban en uno de los sótanos de nuestra casa. No es de extrañar que Tom colocara ahí los cubículos, ya que estaba accesible a todos nosotros y encima, había espacio de sobra. Tampoco había mucha gente rebelde en Super City, por lo tanto, con seis celdas que había en total, teníamos de sobras. Digo uno de los sótanos por que había la tira en ese edificio. En uno, las cárceles, en otro, las salas de armas y esas cosas, en otro, más ordenadores que yo no tenía ni puta idea de manejar, y así, sucesivamente.
Y todos los jodidos sótanos tenían el mismo aparato de identificación. Por motivos de seguridad, ya sabéis.
Total, que bajé a las cárceles para comprobar que no había nadie preso. Y, por suerte, estaba todo vacío. En cada celda había una cama y un baño. Lo típico, vamos. Suspiré mientras observaba la planta entera, y me di la vuelta para irme. No era seguro que me quedara allí mucho tiempo.
Cuando cerré la puerta principal noté que tenía unos ojos puestos en mí. Me giré lentamente y me encontré a Dougie con los brazos cruzados.
No se me ocurrió otra cosa que sonreírle.
-       ¡Hola! – le dije. Dougie no me contestó. Cambié mi expresión y respiré hondo. – Joder Dougie…
-       ¿Joder Dougie? – dijo, incrédulo. -¡¿Joder, Dougie?!
-       ¡No chilles pedazo de imbécil! – me quejé, mandándole callar.
Estaba cabreado. Dougie estaba muy cabreado. Tragué saliva. Dougie era una persona muy amable y simpática pero cuando se cabreaba ya podías rezar a quien quiera que hubiera allí arriba.
Joder, joder, joder.
-       Que. Haces. Aquí. – dijo, entrecerrando los ojos, intentando calmarse.
-       Yo…  - vacilé. - estaba…
-       Jodiéndolo todo estabas. – espetó. – Mira que te dije que dejaras de hacer el subnormal y…
-       No podía dormir y me he dedicado a dar una vuelta, joder… - me defendí. Dougie suspiró.
-       Ya. Te vas a dar una vuelta por las cárceles, di que si.
-       Dougie, déjame en paz. – me quejé, intentando apartarle, pero él me agarró del hombro.
-       Mira no sé que estabas haciendo aquí y en realidad no quiero ni saberlo.
-       Ya te lo he dicho, no podía dormir. – contesté.
-       Danny.
Me paré en seco, cerrando los ojos y respirando hondo.
-       Sabes que si pasa algo me lo puedes contar. Y te lo digo como amigo, no como líder.
“No. No puedo.”
-       No pasa nada, Dougie, nada. – le contesté. - ¿Y que haces tú aquí?
-       Te he oído y te he seguido. – confesó. – No puedo evitar pensar que pasa algo. Algo malo.
En realidad me sentía el peor amigo del mundo. Hace años atrás le contaba cualquier cosa a Dougie. Cualquiera. Aunque también Harry era mi mejor amigo y ahora tengo que darle las gracias si no me mira con desprecio.
Suspiré. Maldito Tom y sus ideas de mierda. Yo era feliz años atrás, joder, era feliz.
-       Pues duerme tranquilo por que no pasa nada. – contesté.
-       Acuérdate de borrar el historial del identificador en el ordenador, Harry puede ver que has bajado a las cárceles. – murmuró.
Se me olvidaba que los identificadores también tenían las entradas y las salidas controladas. Se me erizó el vello de la nuca solo pensar en lo que haría Harry si se entera de que he bajado a las cárceles.
Dios. Quiero irme de aquí.
-       Gracias.

POV Elisabeth
Aquel día me desperté de muy buen humor. Empecé a convencerme a mi misma durante la noche y a decirme que si lo planeaba bien, seguramente podría salir con vida de Super City. Primero de todo, tenía que convencer a May, Ann y Claire, pero después pensé que si no conseguía ver ningún signo de descontento con la situación, intentaría hacerlo sola. Lo único que tenía que hacer era buscar la salida de la ciudad.  Tenía que investigar por donde narices se entraba y se salía de ahí. Porque por algún sitio tendrían que entrar, no podía ser que estuviera ahí sin más. Y me di cuenta de que el mejor momento para hacerlo era la retransmisión semanal en la plaza principal de Super City. Todo el mundo estaba en la plaza, atento a la gran pantalla que estaba colocada en la casa de los líderes. E incluso estos mismos estaban delante de la cámara, hablando para todo el mundo. Pero para aquello debía investigar cuanto tiempo duraba la retransmisión, ya que me perdí la primera y no sabía el tiempo aproximado. No sabía como era Super City, pero no creí que en diez minutos me diera tiempo a rodearlo todo.
A sí que a la hora de comer, después de haber evitado la mirada de Matthew durante todo el día, me reuní con las chicas. A la espera de reclutarlas para mi gran plan, que estaba segura que funcionaria.
-       Hola chicas. – las saludé con una gran sonrisa. Ellas se extrañaron de mi alegría. Lo que más me caracterizaba era el estar enfadada con esa maldita ciudad siempre, a sí que era normal que me miraran mal.
-       Uy, ¿De buen humor? – rio Claire.
-       Si, es que… - empecé a pensar alguna estrategia para que me soltaran lo que me interesaba. - … resulta que me he dado cuenta de que no todo está tan mal como pensaba. ¿No creéis?
Las tres me miraron sin comprender.
-       Digo esto. Super City. Creo que me he acostumbrado a las clases y todas esas cosas. – comenté. – Además, pienso que el motivo es razonable.
-       ¿Ya te sientes a gusto aquí? – dijo Ann, con una sonrisa en la cara. En cambio vi como May giraba la cabeza, como decepcionada. Fruncí el ceño.
-       Si, si. – respondí. - ¿Vosotras tenéis alguna queja? Porque yo estoy encantada.
No sé si les metí bien el asunto, pero al menos, Ann y Claire negaron con la cabeza, sorprendidas por mi cambio de humor. May seguía mirando su plato como si fuera lo más interesante del mundo.
Me apunté mentalmente el hablar con ella más tarde.
-       Es difícil acostumbrarse. – comentó Ann. – Pero bueno, me alegro mucho de que hayas tardado tan poco en darte cuenta de la gran labor que hacen los líderes.
-       ¡Si! Estamos orgullosas de ti, Elisabeth. – dijo Claire después.
Chasqueé la lengua cuando cambiaron de tema y empezaron a hablar de sus clases. Mierda. A Ann y a Claire les habían comido la cabeza pero bien. No estaba segura si podría convencerlas para que se escapasen. Además, parecían felices allí. Cosa que no entendía, pero, joder, tampoco quería que su vida estuviera en peligro por mi culpa si ya estaban contentas.
Comí un poco desganada. En realidad yo pensé que al ir allí y echarles uno de mis discursitos bastaría para tenerlas conmigo. Siempre había tenido ese don de palabra para convencer a la gente, pero ahora lo tenía crudo.
Acabamos de comer antes, por lo que tuvimos un tiempo libre antes de volver a entrar a clase. Tiempo que aproveché para hablar con May.
-       Eh, May. – la llamé. Ella subió la cabeza, desganada también. - ¿Te ocurre algo?
-       No, nada, solo es que… - dijo mientras se ponía la mano en la frente. - … me sorprende que te hayas acostumbrado tan rápido a esto. A mi aún me cuesta…
Bingo.
-       ¿Te cuesta? – dije acercándome un poco más a ella, lo justo para que Ann y Claire dejaran de oírnos. - ¿A que te refieres?
-       Que a veces me planteo si esto vale la pena. Y lo cruel que es todo.
Aquello bastó para que agarrara a May, disculpándome diciendo que íbamos al baño y cerrar la puerta con pestillo. Ella me miró sin comprender.
-       ¿Qué pasa?
-       Oye, piensas igual que yo. – contesté, lo más bajo que pude. – Esto es una total mierda, es lo más cruel que te puedes echar en cara y no es justo, nada justo.
May abrió la boca sorprendida.
-       Creía que…
-       Ya, ya. Es que tengo un plan. – le comenté. – Pero necesito saber que puedo confiar en ti y que tú también quieres vivir mejor. Y que, sobretodo, no se lo contarás a nadie.
Ella asintió varias veces, convencida.
-       Si. Puedes confiar en mí.
Y entonces le conté todo lo que tenía pensado. El buscar la salida de Super City y escaparnos lo más lejos que podamos. El intentar encontrar algo para quitarnos los collares y, sobretodo, el no ser vistas por nadie. Ella me escuchaba emocionadísima. Me sorprendí de que nadie antes hubiese pensado en escaparse de ahí.
Pero luego pensé que si te matan por enamorarte de uno de los líderes, si te escapas ni te cuento.
-       ¿Y como piensas burlar la seguridad?
-       Soy hacker, algo puedo hacer. – le contesté. - En las clases estoy aprendiendo mucho. ¿Te das cuenta, May? Educan a la gente para hacer cosas que pueden ser utilizadas en su contra.
-       Los líderes no son tan inteligentes como piensan.
-       Exacto. – respondí. – Me gusta tu actitud, creía que a ti también te habían lavado el cerebro.
-       Es mejor esconderlo. Me resigné y ya está. – contestó. – Cuando vi que tenías las mismas ideas que yo pensé en que tal vez tendría algo de apoyo emocional. Pero cuando has dicho lo de la comida, que ya estabas contenta, se me ha caído el mundo encima.
-       No te preocupes. – le contesté. – Algo vamos a hacer y saldremos de aquí.
-       ¿Eres consciente de lo que nos pueden hacer los líderes si nos pillan?
Una imagen de los ojos de Jones, como un flash, apareció en mi memoria. Se me erizó el vello de la nuca.
-       Poynter no creo que nos haga gran cosa. – contesté, burlona, intentando darle menos dramatismo al asunto. Pero May giró la cara.
-       Poynter también puede ser un gran hijo de puta. – respondió.  Lo dijo tan segura, de tal manera, que me sorprendió.
-       Pero es tan… no sé. Tan pequeño al lado de los demás que… no sé…
-       Inspira confianza, ¿verdad? – asintió, como si supiera muy bien de lo que hablaba.
-       No tanto como eso, pero se acerca a lo que quiero decir.
-       Pues no le hagas caso a tus instintos. – contestó, seria.
-       ¿Cómo lo sabes tan bien?
Calló durante tres o cuatro segundos, que se me hicieron larguísimos.
-       Simplemente lo sé. ¿Acaso no sabes tú que Jones es un completo cabrón?
Suspiré. No. En realidad no pensaba aquello del líder Jones. No desde lo que pasó. Me di cuenta de que era humano, cosa que hizo que se me bajaran un poco los humos. Y sonreía. Jones también sabía sonreír, a pesar de todo. Y tenía una sonrisa muy bonita. Tenía unos dientes muy grandes. Y blancos, muy blancos. Lo poco que vi me pareció precioso.
Pero me di cuenta que May no quería entrar en el tema de Poynter, a sí que mentí.
-       Te entiendo.
Ella asintió y salimos del baño, temiendo por haber sido oídas por alguien. Pero no había nadie alrededor, a sí que nos sentimos más calmadas. Mientras andábamos hacia las clases empecé a pensar. Quizá May estaba enamorada también del líder Poynter y se cabreaba con él por el simple motivo de que no podía tenerlo. O a lo mejor todo eran imaginaciones mías y le tenía rabia y ya está.
Lo que si estaba seguro era que tenía a May conmigo. Y eso ya era un punto de más. Dos seguro que hacen mucho más que uno.


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Subo básicamente por que @Justredlights me ha animado, que si no...

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